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- No hay dentro ni fuera aquí. Tú eres todo, pero no eres nada.
- Mmm... ¿Dónde estamos?
- ¿Acaso importa? Estamos, es lo único que podemos asegurar.
- Pero... ¿Quién sos?
- Nadie. Todos. Quien tú quieras. Tampoco importa.
- ¿Y qué SI importa? - Pensó Tadeo enojado.
- Esa, Tadeo Olivares, es la pregunta correcta.
- ¿Eh? No entiendo...
- Y yo no puedo ayudarte a hacerlo. No poseo semejante poder.

Esta voz en su cabeza lo estaba volviendo loco, hablando incoherencias y respondiendo tan estúpida y complejamente.

- ¿Poder?
- Si Tadeo, poder. El conocimiento es el mayor poder que puede tenerse. También es el más preciado, para aquellos que comprenden el universo.
- Me estoy mareando...
- El poder debe adquirirse, explotarse, compartirse y olvidarse. ¿Qué importa Tadeo Olivares? - Preguntó esa extraña voz en su cabeza.
- ¿Qué? ¿Qué importa? No se... ¿Cómo puedo yo saber eso?
- Condenados sean los hombres que vivan sin motivo, pues sus vidas no tienen razón de ser.
- ¡NO QUIERO VIVIR SIN MOTIVO! - Quiso gritar Tadeo.
- Entonces pregúntate a ti mismo. ¿Qué importa? - Insistió.

Tadeo se planteó esa pregunta, ambigua y estúpida. Pero al hacerlo, pudo ver más allá.
Como si una corriente arrastrara su conciencia hacia la superficie, recordó todo.
Su familia, sus amigos, su maestro y la academia. Recordó su don y recordó entonces las pruebas que había rendido y que estaba rindiendo.

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