- Bueno, parece que el mulo tiene lengua. - Dijo el hombre de la barba.
No te metas en esto pendejo. No es tu asunto.
- Es mi asunto si están molestando a estas personas. - Desafió Julián.
Los tres amigos entendieron en el acto quiénes eran esos tipos.
- Si vienen para llevarse la comida de estas personas, van a tener que volverse con las manos vacías. - Soltó Cristian.
- No se metan en esto. - Dijo Julio entre asustado y enojado.
- Chicos vayan adentro... - Decía Marta.
- Si saben lo que les conviene, háganle caso a los viejos. - Agregó el barbudo.
Durante un momento todos se miraron y fue como si el tiempo se detuviera. Entonces Julián habló:
- Llevá a nuestros anfitriones adentro. - Dijo con calma pero seguridad mirando a su novio.
Cristian tomó a Julio del brazo y lo llevó medio a la fuerza hacia la puerta, donde estaba Marta con cara de terror. A ella también la movió contra su voluntad hacia el interior de la casa.
- N-No... - Decía Marta asustada.
- Shh... Tranquilos. No pasa nada. - Los calmaba Cristian.
Ustedes quédense acá y no salgan hasta que los vengamos a buscar.
Julio le devolvió una dura mirada.
- Tengan cuidado.
- Tranquilo. - Cristian le devolvió una sonrisa y salió de la casa.
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