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Más bolas de fuego volaban hacia él y esta vez no tendría a Cristian para defenderlo.

El hombre del látigo desvío algunas bolas de fuego de Tadeo y hasta desintegró otras.

- ¡JAJAJA! ¡Eso fue PATÉTICO!
¿De verdad ese es tu poder? No te contengas conmigo, puede que no tengas tiempo de probarte.

Tadeo lanzó puñetazos flamígeros y más bolas de fuego, cuidando como antes que su nivel de poder fuera bajo.
Todos los ataques se desintegraban a poca distancia de su enemigo, como si chocaran contra un muro invisible a un simple movimiento de mano de este.

- De verdad me da vergüenza tu nivel de poder. No merecés este don.

Otro latigazo atacó a Tadeo quien rodó por el suelo para esquivarlo. Su brazo le dolía y ardía.

- A ver si esquivás esto.

Otro látigo apareció en la mano libre del atacante.
Tadeo no lo dudó por un segundo. Comenzó a correr. Su rival lo siguió, lanzando latigazos que por poco no alcanzaban a Tadeo.
Así fueron corriendo, atacando y esquivando unos cuantos metros, hasta llegar al claro donde Tadeo había estado entrenando con su mejor amigo.

Julián estaba concentrado volando y esquivando los proyectiles que le lanzaba el hombre de barba. No había tenido tiempo de entrenar luego de su Ascensión y le costaba dominar el vuelo, pero sin duda notaba el aumento en su poder. Antes solo podía mantenerse a flote, estático. Ahora volaba libremente. Aun así las maniobras que tenía que hacer para esquivar los ataques eran drásticas. Más y más proyectiles llegaban a su encuentro, todos de un gran tamaño. Algunos pasaban tan cerca que podía sentir el calor que desprendían.

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