Tadeo contemplaba horrorizado la escena, pero Cristian estaba tranquilo. A medida que se acercaba al suelo, materializó potentes chorros de agua que impactaron contra el suelo y fueron frenando el descenso hasta que llegó al suelo suavemente como si fuera la hoja de un árbol cayendo.
Tadeo se reunió con su amigo.
- Parece que no puedo elevarme, pero una vez cerca del suelo puedo frenar la caída.
- Yo puedo volaaaar y vos noooo lalala.
- Tarado. A ver, volá de nuevo.
- A la orden.
Cristian esperó a que su amigo alcanzara su altura máxima y entonces atacó.
Disparó chorros de agua hacia las manos de su amigo.
Los propulsores de Tadeo comenzaron a apagarse reduciendo la altura hasta que se extinguieron del todo. Tadeo quiso frenar la caída pero sus empapadas manos y la caída libre no lo ayudaban a concentrarse.
Cuando estaba por impactar contra el suelo, Cristian lo envolvió en una burbuja que anuló la caída de su amigo con un leve rebote y desapareció dejándolo empapado en el suelo.
- ¡Rubio la pu...! - Empezó a gritar el accidentado.
- Jajaja. - Cristian no podía controlar la risa.
Te pasa por creído y por boludo. Jajaja.
Tadeo se secó usando sus poderes, como le había enseñado su maestro. Sentir el calor desde el centro de su cuerpo y hacerlo emanar, cuidando la intensidad para no quemar nada. Ese nada podía ser tanto su ropa, como su pelo, según había aprendido de primera mano.
- Bueno nada, te felicito amigo. - Cristian todavía se secaba las lágrimas de los ojos de tanto reirse.
- Envidioso...
- No, en serio te digo bolu...
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