Capítulo 15 – Las cosas que perdimos en el fuego
Dos
días habían pasado desde que llegaron a El Pedruzco.
Cristian
aún no se había recuperado del todo de las quemaduras en su espalda, muslos y
piernas.
Julián
lo había llevado en brazos todo el camino, a veces usando su fuerza física,
otras gracias a sus dones.
El
trío había entrado al pueblo tres días después del desastre en la granja, como
ellos lo nombraban.
El
clima era de extremo pesar, y sus caras tristes llamaron la atención de la
recepcionista del motel donde se hospedaron.
Tadeo
estaba recorriendo el pueblo. Se suponía que hiciera contacto con Manipuladores
Tierra. Pero la verdad es que solo paseaba, aprovechando la soledad y la
distancia de sus amigos.
Miraba
los distintos puestos de vendedores y sus pies, alternativamente.
Caminaba
sin rumbo, posiblemente recorriendo varias veces la misma calle sin notarlo.
No
podía dejar de pensar en ellos.
Le
habían salvado la vida y no hizo nada para devolverles el favor. No había
podido. Como siempre, llegado el punto de necesitarlo, su poder era inferior a
lo requerido.
Habían
sido borrados. Ellos, su casa, su granja, sus animales. Su vida.
Se
sentía asqueado de sí mismo. Harto de ser tan débil e inútil.
Julián
había intentado levantarle el ánimo o consolarlo. Le decía que no había nada
que hubiera podido hacer, que todo fue demasiado rápido. Que tenían suerte de
estar vivos y que nada los podría haber preparado para lo sucedido.
Tadeo
lo escuchaba con rencor. No le parecía justo que Julián le dijera eso. Eran
Manipuladores, debían estar preparados. Y sin embargo Tadeo parecía nunca estar
a la altura de las circunstancias.
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