La
Manipuladora Fuego esbozó una sonrisa victoriosa.
El
silbato sonó. Instantáneamente el mandoble ígneo se desmaterializó. El de Alina
tardó unos segundos más en desvanecerse también, como si estuviera demasiado
cansada hasta para pensar en deshacer su arma.
-
¡Wow...! ¡Increíble…! Pobre Alina… Pero… ¡Wow…! – Repetía Diego asombrado.
-
Meh, no estuvo tan bueno… - Dijo alguien detrás de Tadeo.
Él
se dio vuelta sorprendido, para encontrarse cara a cara con la hermana de
Diego.
No
la había escuchado llegar ni nada, al parecer él también había estado absorto
por el combate.
-
¡H-hola! – La saludó Tadeo tartamudeando.
Ella
le dirigió una mirada seca y le habló a su hermano.
-
Vamos para casa, ya se terminó por hoy.
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