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Su reacción fue instintiva, un intento de proteger su vida, aún con la certeza de que él también sería borrado.
Tal como había practicado días atrás, sus brazos se tensaron a los lados de su cuerpo y emitieron un inmenso chorro de fuego que lo propulsó al instante hacia el cielo. Alto. Mucho más arriba de lo que hubiera podido alcanzar antes.
Desde el cielo miró hacia abajo, tratando de buscar a sus amigos, tratando de encontrar a la pareja de ancianos. No podía ver nada. Una densa nube eclipsaba totalmente el panorama.
Se mantuvo en el aire un buen rato, esperando.
La nube fue desapareciendo poco a poco y lo que pudo ver entonces lo paralizó.
Un área circular con un radio de más de dos kilómetros había sido aniquilada.
Cerca del centro del área vio a dos personas. Pero la silueta era ilógica, no parecían estar de pie.
Buscó con la mirada pero nada más existía ya dentro del área devastada.
No había rastro de Julio o Marta. Tampoco estaba el cuerpo decapitado que Tadeo recordaba ni el de su compañero. Ambos Manipuladores Fuego habían desaparecido, junto con los dueños de la granja.
Tadeo volvió al suelo que aún estaba caliente, pero no le importó. Corrió desesperado en busca de sus amigos. Su corazón golpeaba contra su pecho exigiendo liberarse.

Julián estaba de pie, un poco mareado pero estable. Sostenía en sus brazos a su novio, como si fueran recién casados a punto de cruzar el umbral por primera vez.

- Te amo. - Las lágrimas caían por el rostro del Manipulador Aire.
- Te amo. - Respondió antes de desmayarse a causa del dolor Cristian.
- ¿Están bien? - Tadeo llegaba corriendo.
- Estamos bien. - Dijo Julián con sus ojos puestos en su novio. Nunca en el mundo volvió a verse una mirada tan cargada de amor como esa.

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