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Tadeo se quedó mirándolo, entre enojado y divertido. Odiaba pero a la vez simpatizaba con el extraño humor de Julián.

- Bueno como les decía… Mi propuesta es que vayamos ahora, después de desayunar a la laguna.
- Me gusta tu idea. – Contestó el Manipulador Agua.
- Mmm… ¿Para qué sería…? ¿No prefieren ir a ver el Torneo…? – dudó Tadeo.
- Es para practicar algunas cosas… Y acordáte que te hice una promesa. – Respondió Cristian.
- Al torneo podemos ir al regresar, también tengo ganas de ver eso. – Dijo Julián.
- ¿Qué promesa?
- Antes de entrar al bosque, acordáte, te dije que cuando pasáramos por un espejo de agua, te íbamos a mostrar algo interesante. – Le dijo entre misterioso y divertido Cristian a Tadeo.
- Ahh… ¡Si, cierto!

Tadeo moría de ganas de volver al Torneo con sus amigos, pero recordar el pendiente del “espejo de agua” lo hizo dudar. Ambos planes eran interesantes.

- Bueno dale, y después nos vamos al Torneo.
- Sin dudas. – Zanjó Julián.

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