Página 26 - "Bonus día del amigo" 2/3

- Ya se va a dar cuenta señor Olivares.
- O-ok... - Respondió Tadeo dudoso.

De pronto el mundo se oscureció, lo único que alcanzó a ver, fue a la anciana, elevando una plegaria y mirándolo fijamente.
El mundo se volvió negro, como si hubiera cerrado los ojos, pero no lo había hecho, o no recordaba hacerlo al menos. La verdad es que no recordaba nada.
¿Se había quedado ciego? ¿Se había desmayado?
No sentía su cuerpo, ni ninguna cosa. Ninguno de sus sentidos parecía existir.
Quiso mover su cuerpo, pero no había nada que mover. Intentó abrir sus ojos, pero no había párpados que levantar. Comenzó a dudar el haber tenido un cuerpo alguna vez.
La desesperación se apoderó de él. No entendía qué sucedía, pero tampoco tenía en claro qué debería estar sucediendo, o cual sí sería el correcto funcionar de las cosas.
El mundo dejó de parecerle oscuro. Así habían sido siempre las cosas. ¿No?
Nada pedía, nada esperaba; pues nada conocía, más que esa eterna oscuridad, y esa incapacidad de sentir, de percibir.
El tiempo pasaba, horas, días, años, ya no podía medir el tiempo, pues no había espacio en el cual medirlo ni sujeto que lo midiera.
¿Qué era él?
Dudó de su existencia.
Dudó del mundo, de que algo existiera en realidad.
Dudó y dudó. Dudó de todo. Y entre tantas dudas, algo le molestaba.
Había resuelto que nada existía, que todo era su imaginación, y que nunca nada había existido, que así eran y seguirían siendo las cosas. Aun así, algo estaba mal y no concordaba con esa certeza de la nada.
Si nada existía, ni lo había hecho nunca...
¿Qué era él?

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