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- ¡Ya me acuerdo! ¡Me acuerdo de todo! - Gritaron los pensamientos de Tadeo con emoción.
- Entonces responde. ¿Qué importa, Tadeo Olivares? ¿Qué es lo que importa en tu vida?
- Lo importante es aprobar. - Dijo Tadeo por fin.
- ¿Ese es tu motivo, tu fin último? ¿Para eso vives? - El pensamiento tenía un dejo amargo.
- Emm... No...
- ¿Y entonces?
- Quiero ayudar. - Pensó Tadeo, sin saber bien por qué.
- ¿Ayudar? Explícate.
- Si. Quiero ayudar. Quiero ser poderoso y ayudar. Ayudar a mis amigos. Ayudar a mi familia. Ayudar en el mundo. Quiero hacer algo. Quiero hacer la diferencia.
- Mmm... Interesante. Pero dime ¿Por qué tu motivo en la vida es ayudar?

Tadeo no sabía que responder. Jamás podría haberse planteado esa pregunta, la cual lo paralizó y lo dejó reflexionando un buen rato.
Por más que se esforzaba, no podía encontrar una respuesta apropiada para esa pregunta.
¿Por qué quería ayudar? ¿De qué le servía a él?
Pensó entonces, en las cosas que le hacía sentir el ayudar. La satisfacción que experimentaba al sentirse útil y productivo. La alegría que le daba ver a una persona feliz a causa suya.
Entonces entendió. Quería ayudar, porque le hacía bien a él mismo.

- Quiero ayudar, porque eso me ayuda a mi, me hace bien, me completa.
- Entonces dime Tadeo Olivares, te lo preguntaré una última vez. ¿Qué importa?
- Lo que importa es ser feliz. - Respondió Tadeo, esta vez sin dudas.

Fue como si esa revelación iniciara un apocalipsis.
La eterna nada que rodeaba a Tadeo se quebró, se dobló en si misma y estalló.
La luz invadió todo; pero no era el fin. No era un apocalipsis, era el génesis.

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