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- No, nada. Vos tranquilo, concentrate en nuestra prueba nada más. ¿Si?
- Emm... Bueno...
- Perfecto. Bien, como te decía, es mi turno de evaluarte. Esto va a ser bastante simple; yo me voy a quedar parado acá y te voy a dar cinco minutos. Tu objetivo es quemarme. Donde sea y como sea. ¿Entendido?
- ¿Quemarte...? ¿Sos Manipulador también...? - No esperaba tener que repetir una prueba.
- No no Tadeo, yo no poseo ese don.
- Pero... ¿Y si te lastimo...?
- Me gustaría que lo intentaras. - La voz de Walter era tranquila y segura.
- Pero...
- El tiempo está corriendo.
- Pero Walter, no te quiero lastimar...
- Ya lo sé Tadeo. Pero es tu prueba y te quedan cuatro minutos. Esta vez es indispensable que lo hagas.

Tadeo no sabía qué hacer. El viejo parecía tener un deseo de muerte o algo por el estilo, y él no quería ser el que se lo cumpla. O bien, estaba mintiéndole y si era un Manipulador, pero la verdad es que le había creído cuando se lo negó.
No quería lastimarlo. Tampoco quería fallar la prueba, menos aún sabiendo que había fallado contra Estela.

- Tres minutos. - Apuró Walter.

Entonces Tadeo tomó una decisión.
Formó una bola de fuego y la lanzó hacia Walter, pero la dirigió por sobre su hombro, quería ver su reacción.
El evaluador no se movió, pero el proyectil fue desviado como si lo batearan con un bate.

- ¿Eh? ¿Sos Incinerador? - Preguntó Tadeo atónito.

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