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Terminaron de almorzar y Julio fue el primero en retirarse, argumentando sobre algo que debía hacer en la granja.
Cristian ayudó a su novio a ir al cuarto y acostarse y Tadeo se quedó lavando los platos con Marta.

- Gracias de nuevo por recibirnos... Yo se que no es fácil para ustedes tenernos acá. - Dijo Tadeo.
- Tranquilo hijo. Creo que comprobar que hay gente con sus habilidades que no pretende hacer el mal o estafar a los que no los tenemos, es lo que necesitamos para terminar con este recelo. Dale tiempo a mi marido, ya lo va a comprender.

Tadeo no supo qué responder y se quedó pensando sobre lo que acababa de decirle la anciana.
Fue al cuarto del hijo muerto de la pareja.
Cristian hablaba con Julián, que estaba acostado otra vez.

- Es por eso que no les gustan los Manipuladores...
- ¿Poniéndolo al día? - Interrumpió Tadeo.
- Tuvimos mucha suerte. Debés haberles dado lástima. - Se burló Julián.
- ¿Pusiste cara de perrito mojado y pediste por favor? - Dijo entre risas Cristian.
- ¿O te hiciste encima cuando te encañonaron? - Agregó su novio.
- ¡Basta estúpidos! - Dijo entre enojado y divertido Tadeo.
Ya les dije que fue Marta. Ella lo convenció a su esposo. O en realidad lo obligó. Él no llegó a aceptar nada, no tuvo oportunidad.

Los tres amigos siguieron hablando toda la tarde de diferentes cosas. De la casa y sus dueños, de lo sucedido en el bosque y las dos Ascensiones y de los planes a futuro.
Acordaron esperar dos o tres días más hasta que Julián se recuperara del todo y continuar viaje hacia El Pedruzco. No debían estar a más de tres días de caminata.

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