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Lo que estaba haciendo no era difícil. Sólo tenía que modificar levemente el recorrido del agua. No estaba manteniendo seco el techo de la casa porque sería más difícil, sino que una vez el agua caía sobre este, la hacía correr hacia los lados para que no se colara por las goteras.
La dificultad sería seguir haciendo eso y mantenerlos a ellos secos al alejarse de la casa. La distancia complicaba el control.
Cuando llegaron al granero encontraron a los animales revueltos y salpicados. Ahí sí se había colado el agua.

- Supongo que te olvidaste del granero...
- Sí, perdón. - Respondió Cristian avergonzado.
- Los animales se asustan cuando llueve. El ruido del agua en el techo de chapa los pone frenéticos. Peor si hay truenos.
- Puedo ayudar con lo primero...

Cristian se concentró entonces en el entorno. Necesitaba sentir con sus poderes el agua aproximándose al techo del granero para poder desviarla.
Agradeció su entrenamiento con Julián sobre concentraciones múltiples. Ya que ahora no solo hacía correr el agua del techo de la casa hacia los lados, sino que también desviaba el agua próxima al techo del granero, de modo que ni una gota lo tocaba.
El repiqueteo de la lluvia sobre el granero paró instantaneamente.
Julio se quedó pensativo y dijo:

- Gracias, eso va a hacer las cosas más faciles.

- Es bueno serle útil a nuestros amables anfitriones. - Cristian supo que sería lo máximo que podía pretender del viejo y le respondió alegre.

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