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- Yo creo que va a encontrarlo bastante útil. - Se metió Julián en la charla.

Julio los miró con indiferencia un rato y luego dijo:

- Está bien. Desayuná y después seguime. A ver si servís de algo.

Los tres amigos desayunaron y Cristian se dirigió a la puerta con Julio.
Marta aún no había aparecido.

- ¿No te vas a traer un paraguas? - Le preguntó Julio.
- Me ofende. - Respondió Cristian divertido.

Abrió la puerta y salió tranquilamente. Julio lo miraba atónito.
El agua caía fuertemente alrededor de la casa y sobre el techo, pero no sobre Cristian, quien estaba seco como si nada pasara.

- Venga. Sirve para los dos.

Dudoso Julio lo siguió.
Salió de la casa y automáticamente miró para arriba.
El agua caía, pero a menos de un metro de su cabeza se desviaba hacia los lados. Cayéndo cerca de él pero sin tocarlo.

- Ya me parecía raro tanta lluvia y no tener que poner los baldes para las goteras...

Cristian le devolvió una sonrisa y se fueron juntos al granero.

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