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Las lágrimas ya no caían por el rostro de Cristian y parecía más tranquilo, aunque exhausto.
Sanó la herida de la mano de su novio y se desplomó en el suelo, a su lado, totalmente agotado.
Tadeo curó también esa herida.

- ¿Respira? - Le preguntó agitado Cristian.
- Si. - Dijo Tadeo después de comprobar los signos vitales de su amigo.

Cristian comenzó a reír incontroladamente. Reía por los nervios. Reía y reía. Luego, la risa se transformó en llanto, fuerte al principio, convirtiéndose en un suave sollozo al final.
Pensó que Julián había muerto. El dolor que sentía en el pecho, no el que le provocaba el bazo por la agitación o el del corazón por el extremo ritmo cardíaco, sino el dolor que sentía por el miedo a la pérdida, aún le quemaba.
Tadeo miró a su mejor amigo y sintió una pena infinita. Tuvo ganas de abrazarlo y decirle que todo saldría bien. Pero no lo hizo. No se movió. Los acontecimientos de la noche lo habían asustado hasta la médula y no se sentía capaz de decir que todo estaría bien, aunque sabía que estaban a salvo. Era imposible que los persiguieran hasta allí, estaban muy lejos del linde del bosque ya, en una llanura tranquila iluminada completamente por la luna. Si los enemigos se acercaban, estarían descubiertos y serían detectados tan pronto como abandonaran el bosque. Eso, si es que habían podido seguir el rumbo de la esfera de viento de Julián, la cual se había desplazado por sobre los árboles.
El llanto de su amigo paró y se transformó en un suave ronquido. Cristian se había dormido, tomando de la mano a Julián, quien descansaba a su lado, con la respiración tranquila y sus signos vitales normalizados.
Tadeo sintió el agotamiento en su cuerpo y deseó tenderse también en el suelo a dormir. Pero recordó que las mochilas estaban mojadas al igual que él y sus amigos.
Secó las otras dos mochilas de la misma manera que había hecho con la suya y las acercó a sus amigos. Luego los secó a ellos mientras dormían y finalmente se secó él.
Pensó en armar la carpa o mantenerse de guardia hasta que sus amigos despertaran. Pero el secado había terminado con sus energías.
Se desplomó junto a los novios y se durmió en el acto.

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