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-E-están mojados. Todo está mojado. - Dijo desalentado Tadeo observando las tres mochilas tiradas en el suelo.
- Secalo y traelo. ¡RÁPIDO!

Tadeo buscó su mochila, en la cual llevaba una especie de botiquín con diversas cosas generales y algunas puntuales para quemaduras, algo que había aprendido en sus años en la academia.
Comenzó a secarla emanando calor desde sus palmas hacia la mochila, cuidando no excederse para no quemarla, pero apurándose lo más posible.
Una vez seca, la llevo junto a Julián y comenzó a buscar el botiquín.
Entonces vio algo que lo dejó perplejo. El agua que Cristian parecía amasar en el tobillo de su novio brillaba con una luz intensa. Y la herida comenzaba a cicatrizar, lentamente. El sangrado se había detenido.

- ¡RUBIO LO ESTÁS CURANDO! - El grito de sorpresa de Tadeo fue involuntario.
- Eso intento. Cuando se cierre la herida desinfectala y vendalo. - Le ordenó Cristian.
Yo voy a seguir con el hombro.
- ¿Le saco el cuchillo de la mano...? - Preguntó Tadeo asustado por la cantidad de heridas en su amigo.
- ¡NO LO TOQUES! - Le gritó Cristian al ver que Tadeo acercaba su mano al cuchillo.
¡Hasta que no se la vaya a curar no se la toques!

Una vez cicatrizada por completo la herida del tobillo, dejando una gran cáscara de sangre coagulada, Cristian siguió con el hombro de Julián. Tadeo hizo como se le había dicho, por lo que el tobillo quedó vendado perfectamente. Agradeció internamente los años de estudio de primeros auxilios en la academia, esos mismos por los que había refunfuñado tantas veces, pensando que jamás le serían de utilidad alguna.
Luego desinfectó y vendó el hombro de Julián, el cual ya había sido sanado precariamente por Cristian, quien estaba quitando el cuchillo clavado en la mano de su novio y comenzaba a tratar esa herida.

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