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Los tres amigos pararon, comieron de las provisiones que llevaban consigo, calentadas en la fogata creada por Tadeo y descansaron tendidos en la hierba.

- Chicos... ¿Qué piensan de entrenar entre nosotros? - Preguntó Tadeo.
- Estaría bueno... - Dijo Cristian.
- Está en mis planes, una vez consigamos un Manipulador Tierra. - Respondió Julián.
- Ahh... - La voz de Tadeo demostraba desconcierto.
- Pero podríamos ir aprovechando el camino hasta "El Pedruzco" y entrenar entre nosotros. ¿No? - Agregó Cristian.
- No me molesta. Siempre y cuando eso no nos demore el viaje. - Dijo el Manipulador Aire.
Por otro lado, vos y yo tenemos poco que aprender el uno del otro; pero si mucho de Tadeo y del don del Fuego...
- Si, cierto. - Le respondió Cristian mirándolo con cariño.
- ¿Ustedes practicaron juntos ya? - Preguntó Tadeo.
- Claro. Todo el tiempo. En todo lo que se nos ocurra. Pudimos hacer varias cosas locas. - Respondió su mejor amigo.
- ¿Ah si? ¡Que genial! ¿Como qué?
- Mmm... Ya verás. Si pasamos por algún espejo de agua, te mostramos.
- ¿Espejo de agua? - Tadeo no sabía a qué se había referido Cristian.
- Si Teddy, espejo de agua. Un lago, o río, o lo que sea hecho de agua.
- Ahh bueno, dale. - Agregó Tadeo interesado.

El grupo emprendió viaje otra vez. La llanura continuaba en su camino hacia el norte, aunque en el horizonte ahora se podían vislumbrar cada vez más árboles.
Los amigos caminaron hasta el anochecer y decidieron acampar.
Tadeo preparó la fogata y se encargó de la cena, mientras que los novios armaban la carpa para dormir.

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