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- ¿Para qué le hacen esa zanja alrededor de la carpa? - Preguntó Tadeo al ver los chicos cavando con una pequeña pala que habían sacado de la mochila de Julián.
- Por si llueve. Para que el agua caiga y corra por la zanja y no se amontone al lado de la carpa y la levante, o algo por el estilo. - Le dijo Cristian.

Tadeo estaba agradecido de que sus amigos hubieran tomado las previsiones necesarias para el viaje. Él nunca había salido de su ciudad y no sabía mucho de la vida al aire libre.

- ¿Y pero no es más fácil que si llueve controles el agua y listo? - Replicó Tadeo.
- Obvio que es más fácil. Y de ser necesario lo hago. ¿Pero no te parece que yo también voy a querer dormir? No puedo concentrarme en controlar la lluvia y descansar.
- A si.. claro...

Terminaron de cenar y se metieron en la carpa a dormir. Ninguno tardó en hacerlo, la caminata los había dejado extenuados.

Al otro día, Tadeo se despertó por el ruido que venía de afuera de la carpa. Ruido a agua agitándose dentro de un frasco.
Vio que estaba solo en la carpa y se asomó por la entrada, abriendo un poco el cierre para descubrir la procedencia del ruido.
Lo que vio lo dejó atónito.
Una especie de burbuja flotaba en el aire, a unos centímetros del piso. Tenía un diámetro de 2 metros y estaba llena casi hasta el tope de agua. Julián estaba dentro, bañándose. Y Cristian fuera de la burbuja, en el suelo a poca distancia, parecía exprimir su concentración.

- ¡Wow! ¿Qué es eso? ¿Qué hacen? - Preguntó Tadeo desde la carpa maravillado.
- ¡Nuestro propia ducha, amigo! - Le respondió Cristian feliz, pero al hacerlo, un poco del agua se escapó de la burbuja.

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