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Tadeo agudizó su audición tratando de captar cualquier sonido. Pero lo único que percibía era lo normal, ruido de viento y hojas al moverse, y algún que otro animal lejos de allí paseando por el bosque.
De pronto Julián gritó.

- ¡Cuidado! ¡Flechas!

Y Tadeo las vio. Una lluvia de flechas volaba hacia ellos desde la dirección señalada por su amigo.
Julián inmediatamente desmaterializó sus hilos de aire, ya no necesitaba gastar energía y concentración en eso, había cosas más inminentes.
Se colocó frente a sus amigos y levantó sus manos desde el suelo hacia el cielo. Una violenta pared de viento se interpuso entre ellos y los proyectiles, los cuales rebotaron y cayeron al suelo.
Julián escucho un sonido que rasgaba el aire a sus espaldas y se corrió justo a su izquierda para esquivar otra flecha que venía desde un árbol situado arriba y detrás de ellos. La flecha le habría perforado las vértebras cervicales de no se por su movimiento, pero aún así le rasgó el hombro izquierdo, dejando un gran corte en su ropa y piel, antes de clavarse en el suelo.

- ¡Ay! - Gritó Julián.

Miró su hombro, del cual brotaba sangre manchando su ropa. El corte parecía profundo pero no peligroso, al menos de momento, tenía que tratarlo o perdería demasiada sangre. Esa maldita flecha había venido de otro lado, no había sentido movimiento por esa zona, estaba desconcertado.

- Predecible, niño. - Dijo una voz que provenía del mismo lugar que la flecha.
Yo sabía que harías eso, así como sabía que no esperarías que te rodeemos.

La voz parecía disfrutar de la escena.

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