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- ¿Qué hace? - Preguntó Tadeo a Cristian.
- Tiende hilos de aire.
- ¿Eh? ¿Qué cosa?
- Mmm... Imaginálo como una tela de araña hecha de aire que flota en todas direcciones, y nosotros estamos en el centro.
- Ahh... ¿Y para qué?
- Es una especie de sistema de alerta de intrusos. Los hilos de aire recorren muchos metros en cada dirección, y son sensibles al movimiento, por lo que si algo los roza, la vibración le llega a Julián y se da cuenta que alguien anda cerca.
- ¡Wow! ¡Qué ingenioso! Es increíble lo que puede hacer el vampi.
- Si, es realmente habilidoso. Vive entrenando y pensando nuevas maneras de usar sus dones. - Respondió orgulloso Cristian.

Luego de extender más de veinte hilos de aire, Julián se sentó con los chicos, donde Cristian lo abrazó.

- Decime Julián. ¿Cómo hacés para mantener esos hilos? ¿No te consumen la concentración? - Preguntó Tadeo.
- Si y no. No puedo dejar de pensar en ellos. No tanto para que se mantengan, porque puedo descuidarlos y no desaparecen, al menos por un rato; pero si los descuido, de nada sirven. Es decir, no tiene sentido que me envíen una alerta con vibraciones, si yo no estoy concentrándome en ellos. No la voy a sentir.
- Uff... Debe ser agotador. ¿Por qué lo hiciste?
- Porque no conozco esta zona. Y no me gustaría ser tomado por sorpresa por nadie acá.

Tadeo estaba cada vez más sorprendido por el poder de Julian. De por si, el hecho de que pudiera descuidar sus Manipulaciones y no desaparecieran, era algo asombroso. El no podría olvidar un fuego creado y mantenerlo vivo. Pero había algo más. No solo le sorprendía el alto poder y dominio que tenía su amigo, sino su ingenio. Cada vez que Julián hacía algo con sus dones, Tadeo sentía que debería practicar más, tratar de mejorar; de ser útil al grupo. Buscar una manera de que su fuego fuera útil.

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