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Más flechas volaron hacia ellos. El grupo de amigos estaba espalda con espalda, formando un triángulo. Cada uno realizó distintas materializaciones para repeler los proyectiles.
Tadeo lanzó un chorro de fuego tan ardiente que desintegró una flecha.
Cristian levantó otro bloque de hielo cubriendo otras dos y Julián, moviendo solo su brazo derecho, creó una corriente de aire mandando a volar el resto de los disparos.

- Rápido Tadeo, ellos no se cansan, nosotros gastamos energía en cada defensa. No vamos a ganarles si lo prolongamos. - Dijo Cristian.
- Si, ya se. Siganme. - Dijo por lo bajo.

Extendió sus brazos a los lados y los golpeó al centro frente a su cuerpo con toda la fuerza que pudo. Una poderosa onda de fuego salió despedida hacia delante, en dirección al hueco que había elegido para escapar, entre el más joven y el mayor de los atacantes.
El mayor esquivó la onda saltando hacia la izquierda y el adolescente hacia la derecha, dejando unos tres metros de brecha entre ambos.
El ataque de Tadeo dejó un camino de vegetación quemada y restos de fuego.
Tadeo comenzó a correr en esa dirección.

- ¡QUE NO SE ESCAPEN! - Gritó el cuarentón desde el suelo.

Un cuchillo voló en dirección a Cristian, quien corría tras Tadeo. Agachó la cabeza justo a tiempo para esquivarlo y la navaja terminó clavada en un árbol próximo.
Julián corría tras su novio. Arrojando corrientes de viento hacia atrás con su brazo sano, desviando la trayectoria de las flechas que se acercaban.
Los tres amigos corrieron en fila lo más rápido posible, tratando de no tropezar y esquivando las ramas de los árboles, que cada vez eran menos.

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