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El espeso bosque había quedado atrás, ahora estaban corriendo por una zona mucho más despejada, con pocos árboles y mucha luz lunar.

- ¡Sigan! ¡Están atrás nuestro! - Les hizo saber Julián.

No le gustaba el color que estaba tomando la situación. Ellos no conocían el bosque, mientras que sus cazadores seguramente si. Él estaba herido y cansado. Cristian había dormido pocas horas y Tadeo menos, si es que había dormido algo. Ellos debían también estar cansados de tanto defenderse.
Sus rivales en cambio, no habían gastado energía casi.
Debían encontrar una manera de frenarlos.

- ¡Tadeo quiero que hagas un muro de fuego tan alto y ancho como puedas! ¡Separános de ellos o nos van a alcanzar! - Dijo entre jadeos Julián, viendo a los enemigos acercarse.

Y eso hizo Tadeo, una vez Cristian y Julián pasaron corriendo a su lado, el se frenó y levantó un muro de fuego tan ancho como pudo.
El muro no era muy poderoso, pero cubría una gran distancia, superior a los 150 metros. Nunca había materializado algo tan grande, pero no tuvo tiempo de contemplar su creación, pues una flecha pasó volando a través del muro, donde se prendió fuego y se dirigió hacia ellos, pasando a pocos centímetros de su cabeza.

- ¡Ya! ¡Sigan corriendo, cuidado las flechas encendidas! - Les advirtió de un grito Tadeo.

Más flechas encendidas los persiguieron, pero no llegaban a alcanzar a los amigos, que corrían y agrandaban a cada segundo la distancia entre ellos y sus atacantes, los cuales habían comenzado a rodear el fuego de Tadeo.

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